Tiempo de Cuaresma
El Tiempo de Cuaresma va desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor exclusive, y está ordenado a la preparación de la Pascua. La liturgia curesmal prepara para la celebración del misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, tanto de los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de la iniciación cristiana, como a los fieles que recuerdan su llegada a ser cristianos completos por medio del bautismo, la confirmación y la eucaristía, y hacen penitencia, buscando una conversión cada vez más perfecta, por medio de la escucha más frecuente de la Palabra de Dios, la frecuencia de los sacramentos, la oración, las privaciones voluntarias de las que son ejemplo el ayuno y la abstinencia, y la limosna u otras obras de ayuda mutua que manifiestan el desprendimiento de los bienes materiales y la renuncia al egoísmo. La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social, por lo que los obispos de cada región pueden adaptar y recomendar a todos los fieles estas prácticas comunitarias que han de estimular a otras más personales. « Sin embargo - como dispuso el Concilio Vaticano II - ha de tenerse en como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu » (Sacrosanctum Concilium n. 10).
La liturgia de la Cuaresma es de las más antiguas y ricas del Año Eclesiástico.
ES TIEMPO DE ORACIÓN - CONVERSIÓN PENITENCIA Y LIMOSNA
Preparación Espiritual
Si los cristianos hubiéramos renunciado definitivamente al pecado, la Cuaresma, con todo, sería tiempo de austeridad corporal, para acompañar el áspero ayuno de Jesús en el desierto y los duros tormentos que por amor a nosotros padeció nuestro Divino Redentor en la Pasión.
Desgraciadamente, la penitencia es necesaria, además, para purificar nuestro corazón tantas veces manchado por el vicio. La Cuaresma es el tiempo aceptable; estos son los días de la salvación, en que Dios quiere devolvernos su gracia, para que, muriendo ahora espiritualmente con Cristo, resucitemos con Él en la solemnísima fiesta de Pascua.
Ahora es, pues, tiempo de practicar el ayuno, y otras austeridades que practicaron los santos. Debe uno tratar de abstenerse lo más posible de espectáculos, bailes y fiestas mundanas, y poner freno a las pasiones que nos arrastran. Así hallaremos tiempo y ambiente espiritual para la meditación, para oír la palabra de Dios, y para hacer obras de misericordia corporales y espirituales. La Cuaresma es también el tiempo indicado para retirarse unos días con el mayor recogimiento posible a hacer Ejercicios espirituales, a fin de pensar seriamente en la situación de nuestra alma, purificarla con una buena confesión general y ordenar la vida conforme al espíritu del Evangelio.
Miércoles de ceniza
"Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás."(Gén 3,19)
"Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras, y convertíos a Yahvé, vuestro Dios, que es clemente y misericordioso." (Jl 2, 13)
REFLEXIÓN
El uso litúrgico de las cenizas se originó en tiempos del Antiguo Testamento. Las cenizas simbolizaban luto, mortandad y penitencia. En el Libro de Ester, Mardoqueo se viste de tela de saco y se cubre de cenizas cuando supo del edicto del Rey Asuro que ordenaba el exterminio por la espada de los judíos, en todas las provincias de su reino (Est 4:1). Job hace penitencia con polvo y cenizas (Job 42:6). Daniel, profetizando el destierro babilonio de Jerusalén, escribe: "Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza." (Dan 9:3) En el Evangelio de San Mateo leemos que Jesús menciona el uso de las cenizas: "Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en ti, muchos ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia" (Mt 11:21). En la Edad Media, los sacerdotes bendecían los moribundos con agua bendita, diciendo: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver."
La Iglesia adaptó el uso de las cenizas para señalar el comienzo de la temporada penitencial de Cuaresma, cuando recordamos nuestra mortandad y lamentamos nuestros pecados. En la presente liturgia para el Miércoles de Ceniza, utilizamos las cenizas sacadas de las palmas que habían servido el año anterior para la procesión del Domingo de Ramos. El sacerdote bendice las cenizas y las impone en la frente de los creyentes, haciendo la señal de la cruz y diciendo: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás", o "Convertíos y creed en el Evangelio". Al comenzar esta santa temporada de Cuaresma en preparación para la Pascua de Resurrección, debemos recordar el significado de las cenizas que hemos de recibir: Lamentamos y hacemos penitencia por nuestros pecados. Volvemos nuestros corazones nuevamente al Señor, que sufrió, murió y resucitó para nuestra salvación. Renovamos las promesas que hicimos en el bautismo, momento en el cual murió nuestra vida pasada y nacimos a una nueva vida en Cristo. Finalmente, conscientes que el reino de este mundo pasará, nos esforzamos en vivir el reino de Dios ahora y miramos con santa esperanza a su plenitud en el cielo.
ORACIÓN:
Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla y encuentras agrado en quien expía sus pecados; escucha benignamente nuestras súplicas y derrama la gracia de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
El Miércoles de Ceniza es un día de ayuno y abstinencia.
JUEVES DESPUÉS DE CENIZA
« Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme. »
(Antifona de Comunión, Sal 50, 12)
REFLEXIÓN
"La Cuaresma nos propone cada año el misterio de Cristo «conducido por el Espíritu en el desierto» (Lc 4,1). Con esta singular experiencia, Jesús dio testimonio de su entrega total a la voluntad del Padre. La Iglesia ofrece este tiempo litúrgico a los fieles para que se renueven interiormente, mediante la Palabra de Dios, y puedan manifestar en la vida el amor que Cristo infunde en el corazón de quien cree en Él... ".
"La Cuaresma es, pues, un camino de conversión en el Espíritu Santo, para encontrar a Dios en nuestra vida. En efecto, el desierto es un lugar de aridez y de muerte, sinónimo de soledad, pero también de dependencia de Dios, de recogimiento y retorno a lo esencial. La experiencia de desierto significa para el cristiano sentir en primera persona la propia pequeñez ante Dios...". (Juan Pablo II, Mensaje para la Cuaresma de 1998).
ORACIÓN
Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como su fuente, y tienda siempre en ti, como a su fin. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
VIERNES DESPUÉS DE CENIZA
« Señor, enséñame tus caminos e intstrúyeme en tus sendas. »
(Antifona de Comunión, Sal 24, 4)
REFLEXIÓN
"La Cuaresma es el tiempo propicio para expresar sincera gratitud al Señor por las maravillas que ha hecho en favor del hombre en todas las épocas de la historia y, de modo particular, en la redención, para la cual no perdonó ni a su propio Hijo (cf. Rm 8, 32). "
"El descubrimiento de la presencia salvadora de Dios en las vicisitudes humanas nos apremia a la conversión; nos hace sentir a todos como destinatarios de su predilección y nos impulsa a alabarlo y darle gloria. Repetimos con San Pablo: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Ef 1, 3-4). Dios mismo nos invita a un itinerario de penitencia y purificación interior para renovar nuestra fe. Nos llama incansablemente hacia Él, y cada vez que experimentamos la derrota del pecado nos indica el camino de vuelta a su casa, donde encontramos de nuevo la singular atención que nos ha dispensado en Cristo. De este modo, de la experiencia del amor que el Padre nos manifiesta, nace en nosotros la gratitud. " (Juan Pablo II, Mensaje para la Cuaresma de 1999).
ORACIÓN
Confírmanos, Señor, en el espíritu de penitencia con que hemos empezado la Cuaresma; y que la austeridad exterior que practicamos vaya siempre acompañada por la sinceridad de corazón. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA
« Réspondenos, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión vuélvete hacia nosotros, Señor. »
(Antifona de Entrada, Sal 68, 17)
« No quiero la muerte del malvado, - dice el Señor -,
sino que cambie de conducta de vida. »
(Aclamación, Ez 33,11)
REFLEXIÓN
"La Cuaresma ayuda a los cristianos a penetrar con mayor profundidad en este «Misterio escondido desde siglos » (Ef 3,9); los lleva a confrontarse con la Palabra del Dios vivo y les pide renunciar al propio egoísmo para acoger la acción salvífica del Espíritu Santo.
"Estábamos muertos por el pecado (cf. Ef 2,5); así es como San Pablo describe la situación del hombre sin Cristo. Por eso, el Hijo de Dios quiso unirse a la naturaleza humana y, de este modo, rescatarla de la esclavitud del pecado y de la muerte. "
"Es una esclavitud que el hombre experimenta cotidianamente, descubriendo las raíces profundas en su mismo corazón (cf. Mt 7,11)". (Juan Pablo II, Mensaje para la Cuaresma de 2000).
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y extiende sobre nosotros tu mano poderosa. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA TENTACIÓN
« No sólo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios. »
(Antífona de Comunión, Mt 4, 4) « El Señor te cubrirá con sus plumas, bajo sus
alas te refugiarás.» (Antífona de Comunión, Sal 90, 4)
REFLEXIÓN
"Antes de comenzar su actividad pública, Jesús, llevado por el Espíritu Santo, se retira al desierto durante cuarenta días. Allí, como leemos hoy en el evangelio, el diablo lo pone a prueba, presentándole tres tentaciones comunes en la vida de todo hombre: el atractivo de los bienes materiales, la seducción del poder humano y la presunción de someter a Dios a los propios intereses."
"La escena de las tentaciones de Cristo en el desierto se renueva cada año al comienzo de la Cuaresma. La liturgia invita a los creyentes a entrar con Jesús en el desierto y a seguirlo en el típico itinerario penitencial de este tiempo cuaresmal, que ha comenzado el miércoles pasado con el austero rito de la ceniza."
"¿Qué es la penitencia sino un regreso humilde y sincero a las fuentes de la fe, rechazando prontamente la tentación y el pecado, e intensificando la intimidad con el Señor en la oración? En efecto, sólo Cristo puede liberar al hombre de lo que lo hace esclavo del mal y del egoísmo: de la búsqueda ansiosa de los bienes materiales, de la sed de poder y dominio sobre los demás y sobre las cosas, de la ilusión del éxito fácil, y del frenesí del consumismo y el hedonismo que, en definitiva, perjudican al ser humano."
Queridos hermanos y hermanas, esto es lo que nos pide claramente el Señor para entrar en el clima auténtico de la Cuaresma. Quiere que en el desierto de estos cuarenta días aprendamos a afrontar al enemigo de nuestras almas, a la luz de su palabra de salvación... estemos dispuestos a afrontar con valentía la incesante lucha de vencer el mal con el bien. " (Homilía de S.S. Juan Pablo II, Misa del Primer Domingo de Cuaresma, 1 de marzo de 1998).
ORACIÓN
Al celebrar un año más la santa Cuaresma concédenos, Dios todopoderoso, avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA: LUNES
« Os aseguro -dice el Señor- que cada vez que lo hicisteis con
alguno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. »
(Antifona de Comunión, Mt 25, 40. 34 )
ORACIÓN
Conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma produczca en nosotros sus mejores frutos. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA:MARTES
« Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en
generación. Desde siempre y por siempre tú eres Dios. »
(Antifona de Entrada, Sal 89, 1-2 )
ORACIÓN
Señor, mira con amor a tu familia y a los que moderan su cuerpo con la penitencia aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA: MIÉRCOLES
« Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia
son eternas, pues los que esperan en ti no quedan
defraudados. Salva, oh Dios, a Israel de todos
sus peligros. » (Antifona de Entrada, Sal 24, 6.3.22 )
ORACIÓN
Señor, mira complacido a tu pueblo que desea entregarse a ti con una vida santa; y a los que moderan su cuerpo con la penitencia tranfórmales interiormente mediante el fruto de las buenas obras. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA: JUEVES
« Señor, escucha mis palabras, atiende mis gemidos,
haz caso de mis gritos de socorro. Rey mío y Dios mío. »
(Antifona de Entrada, Sal 5,2-3 )
ORACIÓN
Concédenos la gracia, Señor, de pensar y practicar siempre el bien, y pues sin ti no podemos existir ni ser buenos, haz que vivamos siempre según tu voluntad. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMERA SEMANADE CUARESMA: VIERNES
« Señor, ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados.
»
(Antifona de Entrada, Sal 24, 17-18 )
ORACIÓN
Que tu pueblo, Señor, como preparación a las fiestas de Pascua se entregue a las penitencias cuaresmales, y que nuestra austeridad comunitaria sirva para la renovación espiritual de tus fieles. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA: SÁBADO
« La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. »
(Antifona de Entrada, Sal 18, 8 )
ORACIÓN
Dios, Padre eterno, vuelve hacia ti nuestros corazones, para que, consagrados a tu servicio, no busquemos sino a ti, lo único necesario, y nos entreguemos a la práctica de las obras de misericordia. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
DOMINGO DE ABRAHÁN Y DE LA TRANSFIGURACIÓN
« Oigo en mi corazón: 'Buscad mi rostro.'
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. »
(Antífona de Entrada, Sal 26, 8-9 )
« Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericodia
son eternas, pues los que esperan en ti no
quedan defraudados, mientras que el fracaso
malogra a los traidores. Salva, oh Dios, a Israel
de todos sus peligros.»
(Antífona de Comunión, Sal 24, 6.3.22)
REFLEXIÓN
«Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadlo» (Mt 17, 5).
"La invitación que el Padre dirige a los discípulos, testigos privilegiados del extraordinario acontecimiento de la transfiguración, resuena de nuevo hoy para nosotros y para toda la Iglesia. Como Pedro, Santiago y Juan, también nosotros estamos invitados a subir al monte Tabor junto con Jesús y a quedar fascinados por el resplandor de su gloria. En este segundo domingo de Cuaresma contemplamos a Cristo envuelto en luz, en compañía de los autorizados portavoces del Antiguo Testamento, Moisés y Elías. A él le renovamos nuestra adhesión personal: es el «Hijo amado» del Padre."
"Escuchadlo. Esta apremiante exhortación nos impulsa a intensificar el camino cuaresmal. Es una invitación a dejar que la luz de Cristo ilumine nuestra vida y nos comunique la fuerza para anunciar y testimoniar el Evangelio a nuestros hermanos. Como bien sabemos, es un compromiso que implica a veces muchas dificultades y sufrimientos. También lo subraya san Pablo, al dirigirse a su fiel discípulo Timoteo: «Toma parte en los duros trabajos del Evangelio» (2 Tm 1, 8)."
"La experiencia de la transfiguración de Jesús prepara a los Apóstoles para afrontar los dramáticos acontecimientos del Calvario, presentándoles anticipadamente lo que será la plena y definitiva revelación de la gloria del Maestro en el misterio pascual. Al meditar en esta página evangélica, nos preparamos para revivir también nosotros los acontecimientos decisivos de la muerte y resurrección del Señor, siguiéndolo por el camino de la cruz para llegar a la luz y a la gloria. En efecto «sólo por la pasión podemos llegar con él al triunfo de la resurrección» (Prefacio)." (Homilía de S.S. Juan Pablo II, Misa del Segundo Domingo de Cuaresma, 8 de abril de 2001).
ORACIÓN
Señor, Padre Santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo, el predilecto, alimenta nuestro espíritu con tu palabra; así con mirada limpia contemplaremos gozosos la gloria de tu rostro. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA: LUNES
«Sálvame, Señor, ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene
en el camino llano, en la asamblea bendeciré al Señor. »
(Antifona de Entrada, Sal 25, 11-12 )
ORACIÓN
Señor, Padre Santo, que para nuestro bien espiritual nos mandaste dominar nuestro cuerpo mediante la austeridad; ayúdanos a librarnos de la seducción del pecado y a entregarnos al cumplimiento filial de tu santa ley. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA: MARTES
«Da luz a mis ojos para que no duerma en la muerte,
para que no diga me enemigo: 'Lo he podido'. »
(Antifona de Entrada, Sal 12, 4-5 )
ORACIÓN
Señor, vela con amor continuo sobre tu Iglesia; y pues sin tu ayuda no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protege a tu Iglesia en el peligro y mantenla en el camino de la salvación. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA: MIÉRCOLES
« No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación. »
(Antifona de Entrada, Sal 37, 22-23)
ORACIÓN
Señor, guarda a tu familia en el camino del bien que tú le señalaste; y haz que, protegida por tu mano en sus necesidades temporales, tienda con mayor libertad hacia los bienes eternos. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDA SEMANADE CUARESMA: JUEVES
« Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme
a prueba y conoce mis sentimienotos, mira si mi
camino se desvía, guíame por el camino recto. »
(Antifona de Entrada, Sal 138, 23-24)
ORACIÓN
Señor, tú que guardas la inocencia y la devuelves a quien la ha perdido, atrae a ti nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espírtu, para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA: VIERNES
« A tí, Señor, me acojo; no quede yo nunca
defraudado; sácame de la red que me han
tendido, porque tú eres mi amparo. »
(Antifona de Entrada, Sal 30, 2.5)
ORACIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que, purificados por la penitencia cuaresmal, lleguemos a las fiestas de Pascua con perfecto espíritu de conversión. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA: SÁBADO
« El Señor es clemente y misericordioso, lento a la bbb
cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. »
(Antifona de Entrada, Sal 144, 8-9)
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que, por medio de los sacramentos, nos permites participar de los bienes de tu reino ya en nuestra vida mortal; dirígenos tú mismo en el camino de la vida, para que lleguemos a alcanzar la luz en la que habitas con tus santos. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
DOMINGO DE MOISÉS Y DE LA SAMARITANA
« Tengo los ojos puestos en el Señor porque
él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten
piedad de mí, que estoy solo y afligido. »
(Antífona de Entrada, Sal 24, 15-16 )
« El que beba del agua que yo le daré - dice el Señor - no tendrá más sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un
surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. »
(Antífona de Comunión, Jn 4, 13-14)
REFLEXIÓN
«Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a El, y El te habría dado agua viva.» (Juan 4:10).
"Las personas de Israel han pecado; han renegado y probado a Dios con su falta de fe y desconfianza. A su ingratitud y dureza de corazón, Dios responde con el regalo del agua que fluye. Esta agua es más que una señal de la Divina Providencia que está presente en Moisés y en el agua; predice esa otra agua, la vida nueva, que ofrece en Cristo.
Jesús le pide de beber a la mujer Samaritana y entonces, en diálogo con ella, le ofrece agua viva y se revela como el Mesías (Cristo.) La mujer deja su cántaro de agua, su vida pasada, y corre a contar a todas las personas lo que pasó. Jesús, en nuestro bautismo también nos invita a beber ésta agua viva y, como la Samaritana, nos da la oportunidad de reconocer nuestros errores, cambiar nuestra vida y dar testimonio de lo que creemos.."
ORACIÓN
Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio
de nuestros pecados, mira con amor a tu pueblo penitente
y restaura con tu misericordia a los que estamos hundidos bajo
el peso de las culpas. Por nuestro Señor, Jesucristo. Amén.
TERCERA SEMANA DE CUARESMA: LUNES
« Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor,
mi corzón y carne retozan por el Dios vivo. »
(Antifona de Entrada, Sal 83, 3)
ORACIÓN
Señor, purifica y protege a tu Iglesia con misericordia continua, y pues sin ti no puede mantener su firmeza, que tu protección la dirija y la sotenga simpre. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TERCERA SEMANA DE CUARESMA: MARTES
« Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina
el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas
de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. »
(Antifona de Entrada, Sal 16, 6.8)
ORACIÓN
Señor, que tu gracia no nos abandone, para que, entregados plenamente a tu servicio, sintamos sobre nosotros tu protección continua. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TERCERA SEMANA DE CUARESMA: MIÉRCOLES
« Asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine. »
(Antifona de Entrada, Sal 118, 133)
ORACIÓN
Penetrados del sentido cristiano de la Cuaresma y alimentados con tu palabra, te pedimos, Señor, que te sirvamos fielmente con nuestras penitencias y perseveremos unidos en la plegaria. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TERCERA SEMANA DE CUARESMA: JUEVES
« Yo soy la salvación del pueblo -dice el Señor-.
Cuando me llamen desde el peligro, yo les escucharé
y seré para siempre su Señor. »
ORACIÓN
Te pedimos humildemente, a medida que se acerca la fiesta de nuestra salvación, vaya creciendo en intensidad nuestra entrega para celebrar dignamente el misterio pascual. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TERCERA SEMANA DE CUARESMA: VIERNES
« No tienes igual entre los dioses, Señor:
'Grande eres tú y haces maravillas, tú eres
el único Dios'. » (Antifona de Entrada, Sal 85, 8.10)
ORACIÓN
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos dominar nuestro egoísmo y secundar las inspiraciones que nos vienen del cielo. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
TERCERA SEMANA DE CUARESMA: SÁBADO
« Bendice alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas. » (Antifona de Entrada, Sal 102, 2-3)
ORACIÓN
Llenos de alegría, al celebrar un año más la Cuaresma, te pedimos, Señor vivir los sacramentos pascuales, y sentir en nosotros el gozo de su eficacia. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
EL PORQUÉ DEL AYUNO Y DEMÁS PRÁCTICAS PENITENCIALES
Durante la Cuaresma, mediante el ayuno y demás prácticas penitenciales, nos vamos incorporando a la obra redentora del Mesías de un modo más perfecto. Nuestra alma, si alejada o rebelde a Dios, está sometida al demonio, al mundo y a la carne. Y precisamente, en todo este santo tiempo nos muestra la Iglesia a Jesús ya en el desierto, ya en los azares de su vida pública, combatiendo para librarnos de la triple atadura del orgullo, de la avaricia y de la lujuria, que esclavizan a las criaturas. Jesús, cuando por su doctrina y sus dolores nos haya redimido del cautiverio y restituido la libertad de hijos de Dios, nos dará, en las fiestas Pascuales, la vida divina, que habíamos perdido. De ahí que la liturgia cuaresmal esté embebida de las enseñanzas del Maestro y en el espíritu de penitencia del Redentor.
Bien podemos considerar todo este tiempo como un gran retiro espiritual, en la cual deben entrar todos los cristianos del mundo, para disponerse a la fiesta Pascual. Así como Jesús, retirándose del tráfago del mundo, oró y ayunó durante 40 días, y luego en su vida del apostolado nos enseño como hemos de morir a nosotros mismos, así también la Iglesia, en esta santa Cuaresma, nos predica como ha de morir en nosotros el hombre del pecado.
Esta muerta se manifestará en nuestra alma por la lucha contra el orgullo y el amor propio, por el espíritu de oración y la meditación más asidua de la palabra divina. Se manifestará también en nuestro cuerpo por el ayuno, la abstinencia y la mortificación de los sentidos. Aparecerá por fin, en toda nuestra vida mediante una renuncia mayor a los placeres y bienes del siglo, dando más limosna a los pobres y absteniéndonos en lo posible de alternar en fiestas mundanales. Porque, en efecto, el ayuno cuaresmal no debe ser sino la expresión de los sentimientos de penitencia, de que nuestra alma está embargada, ocupándose tanto más libremente de las cosas de Dios y negándose en ofrecimiento a Él. Así, este tiempo favorable, cual ningún otro, es para los corazones generosos fuente de santa alegría, la cual transpira por todos los poros de la liturgia cuaresmal.
Esa labor de purificación se obra bajo la dirección de la Iglesia, que une nuestros padecimientos con los de Cristo. Los débiles pueden confiar en que la gracia de Jesús no les ha de faltar. Los fuertes no tienen razón para engreírse por su observancia puesto que sólo la Pasión de Jesús es la que les salva, y sólo, participando en ella, por la paciencia se les aplicarán sus frutos de salud.
María Faustina Kowalska fue declarada Santa el 30 de abril, 2000. El Santo Padre
anunció que en adelante, en la Iglesia universal, el Segundo Domingo de Pascua
se conocerá como el Domingo de la Misericordia Divina.
EL VÍA CRUCIS
SEGÚN LOS RELATOS EVANGÉLICOS
¿QUÉ ES EL VÍA CRUCIS?
"Vía crucis" son dos palabras latinas cuyo significado podría traducirse como "camino de la cruz". Condenado a muerte y cargado del madero, que había de ser el instrumento de nuestra redención, Jesús hizo este itinerario de dolor desde el pretorio de Pilato hasta el monte Calvario (Mt 27, 22-61; Mc 15; Lc 23; Jn 19). Era el primer Viernes Santo.
Hoy, el recuerdo entrañable de estos momentos de la vida de Jesús se ha convertido en oración. El Vía crucis es, para muchos cristianos, un ejercicio piadoso lleno de contenido y de cariño agradecido. Consiste en seguir espiritualmente este mismo trayecto, deteniéndose ante 14 escenas o estaciones para meditar los sufrimientos de Jesucristo y unirse interiormente con Él.
Nuestro propósito es ofrecer un instrumento, no sólo para la oración vocal, sino que pueda ayudar a la meditación personal, a la reflexión sobre el misterio de la redención y sobre todo al diálogo intimo con el Señor. Intenta ser un medio para la oración personal o comunitaria, sobre todo en momentos fuertes en que la Liturgia nos invita a asociarnos a la Pasión del Señor, por ejemplo en los viernes de Cuaresma, o el Viernes Santo.
El Vía crucis, que aquí proponemos, no contiene las "estaciones tradicionales", sino las que siguió el Papa Juan Pablo II por primera vez en 1991 en el Via Crucis que cada año se celebra el Viernes Santo en el Coliseo Romano.
Las "estaciones" están tomadas de los relatos evangélicos de la Pasión, y han sido suprimidas las que carecían de referencia bíblica precisa.
Para ayudar a vivir con fruto estos momentos de especial trato con Jesús, en cada una de las estaciones hemos preparado un esquema concreto:
* enunciado de la estación;
* presentación o monición que encuadra la escena;
* texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos;
* comentario al pasaje de la Escritura;
* oración que pretende tener un tono de súplica.
Cuando rezamos el Vía Crucis, después del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir:
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo
Después se suele rezar un
Padrenuestro y un Avemaría.
Finalmente, antes de comenzar la
siguiente estación, y para mover nuestro espíritu de penitencia, de reparación, de asociarnos a la redención de Cristo, podemos decir:
V/ Señor pequé.
R/ Ten piedad y misericordia de mí.
NUESTRA DISPOSICIÓN INICIAL
Vamos a
comenzar este rato de oración siguiendo el Vía crucis. Acompañamos a Jesús en el camino que recorrió hasta llegar al Calvario. Queremos seguir los pasos del Hijo de Dios que, con su
muerte, y su resurrección nos obtuvo la Vida para siempre.
Para poder profundizar y entender la Pasión del Señor, es necesario tener en cuenta estos tres elementos:
* un hecho: "padeció", "sufrió", "murió",
*
una
finalidad: "por nosotros", "por nuestros pecados", "por nuestra salvación",
* un móvil: "el amor a nosotros", "la obediencia y amor al Padre".
Jesús
pasó por el mundo haciendo el bien. Mostró el rostro del amor de Dios a todos los hombres. Toda su vida fue de entrega amorosa, pero quiso rubricarlo de tal forma que no dejara lagar a dadas, y
así lo manifestó en los últimos momentos de su vida: "habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1), hasta no poder más. Si no hay mayor prueba de amor
que "el dar la vida por los amigos" (Jn 15, 13), Él nos ha demostrado que es el mejor amigo: padeció y se entregó por nosotros, por ti y por mi.
Nos
disponemos a acompañar a Jesús en su camino hacia el Calvario. Estamos llenos de agradecimiento por su amor a nosotros, y al mismo tiempo nos duele haberle hecho sufrir tanto con nuestros
pecados. Con estos sentimientos nos preparamos en unos momentos de silencio y oración.
ORACIÓN PREPARATORIA
Jesús, estamos aquí ante Ti, dispuestos a acompañarte en este camino de amor y sufrimiento redentor. Queremos
meditar los acontecimientos que viviste tan intensamente y por amor a nosotros: desde la oración del huerto hasta tu muerte y sepultura. Nuestros pecados han sido la causa de tanto dolor. Por
eso, te pedimos perdón y prometemos no ofenderte más.
María, Tú que siempre estuviste cerca de tu Hijo, ayúdanos a "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús". Tú, que permaneciste fiel al pie de la cruz, muéstranos el camino de la
fidelidad.
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS EN EL HUERTO DE
GETSEMANÍ
La Ultima Cena ha sido la despedida, rebosante de cariño hacia los suyos. Después Jesús va con ellos al Huerto de los Olivos y allí ora al Padre. Es el momento de aceptar con obediencia de hijo la voluntad divina.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 22,39-46
Salió [Jesús] y fue como de costumbre, al monte de los Olivos; le siguieron también los discípulos. Llegado al lugar, les dijo: Orad para no caer en tentación. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y puesto de rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y entrando en agonía oraba con más intensidad. Y le vino un sudor como de gotas de sangre que caían hasta el suelo. Cuando se levantó de la oración y llegó hasta los discípulos, los encontró adormilados por la tristeza. Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación. (cf Mt 26,36-46; Mc 14,34-42).
COMENTARIO
En momentos importantes de su vida Jesús reza: vuelve los ojos al Padre y entabla con Él ese diálogo lleno de confianza, ese diálogo de amor. Y ahora, en el momento decisivo, recurre a la oración. Es en la intimidad de la oración donde descubre, donde también nosotros descubrimos, la voluntad del Padre.
Por eso Jesús ha invitado a los discípulos: "vigilad y orad para no caer en la tentación". Pero ellos no saben ofrecerle el consuelo de estar a su lado, al menos con la plegaria. El poco apoyo de sus amigos, la visión de los tormentos, de la muerte amarga, hace que el Señor sienta tristeza y angustia hasta sudar gotas de sangre. Vemos en toda su profundidad la humanidad del Señor, perfecto Dios y perfecto Hombre, que ha querido entregarse hasta el final
ORACIÓN
Señor, me emociona tu entrega sin condiciones. En la dificultad buscas la oración, la unión intima con el Padre. Yo, que tantas veces hago mi voluntad, y me olvido de Ti, quiero pedirte la fuerza para acudir también al Padre en los momentos de alegría o tristeza, de esperanza o desaliento. Para conocer su voluntad y aprender a amarla. Para entregarme con presteza a lo que me pidas.
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS TRAICIONADO POR JUDAS, ES ARRESTADO
Los cuatro evangelistas nos relatan este acontecimiento
que tan vivamente debió quedar grabado en sus mentes: Le entrega uno de los Doce, uno de sus amigos íntimos, que ahora va a la cabeza de los enemigos del Señor.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 22,47-48.52-54a
Todavía estaba hablando, cuando llegó un tropel de gente, y el llamado Judas, uno de los doce, los precedía y se acercó a Jesús para besarle. Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al hijo del Hombre? (...) Dijo después Jesús a los que habían venido contra él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo y ancianos: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y garrotes? Mientras estaba con vosotros todos los días en el Templo, no alzasteis las manos contra mi. Pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.
Entonces le prendieron, se lo llevaron, y lo metieron en casa del Sumo Sacerdote. (cf Mt 26, 47-56; Mc 14, 43-50; Jn 18, 3-12).
COMENTARIO
Judas había sido elegido personalmente por Jesús. Era de los Doce, del grupo inicial que más cerca estuvo de Él: vio sus milagros, escuchó sus palabras de vida. El Señor había tenido con él gestos de confianza y predilección.
¿Cuál es la respuesta? La traición. Judas vende a Jesús por dinero; cambia su amistad por unas monedas. Y la traición, como ocurre en tantas ocasiones, trata de ocultarse con el disfraz, se viste de apariencia: con un beso, gesto de amor y amistad Judas entrega a su Maestro, a su amigo. Y sabe cubrirse las espaldas: junto a él vienen soldados armados. Al Príncipe de la paz vienen a arrestarlo con armas. ¿Por qué lo hiciste, Judas? ¿Por qué no supiste reaccionar ante tu error? ¿Por qué desconfiaste del perdón de quien era todo misericordia?
ORACIÓN
Señor, cuánto debió dolerte la traición de Judas, uno de tus predilectos. Pero más te dolió su impenitencia, el desesperarse y no confiar en tu perdón. Perdóname, Señor, por tantos besos traidores. Que no responda a tu amor con traición o con indiferencia, y si tengo la desgracia de alejarme de Ti, dame la serenidad para reconocer mi error y volver a tu lado.
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE POR
EL SANEDRÍN
Los judíos principales buscan cómo deshacerse de Jesús y ahora se les presenta la ocasión propicia. No quieren dejarla pasar, por eso le acusan injustamente y de noche le condenan.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 26,59-67
Los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para darle muerte; pero no lo encontraban a pesar de los muchos falsos testigos presentados. Por último, se presentaron dos que declararon: Este dijo: Yo puedo destruir el Templo de Dios y edificarlo de nuevo en tres días. Y, levantándose, el Sumo Sacerdote le dijo: ¿Nada respondes? ¿Qué es lo que éstos testifican contra tí? Pero Jesús permanecía en silencio. Entonces el Sumo Sacerdote le dijo: Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le respondió: Tú lo has dicho. Además os digo que en adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ya lo veis, acabáis de oír la blasfemia: ¿Qué os parece? Ellos contestaron: Es reo de muerte. (cf Mc 14,53-65; Lc 22,54-55. 63-71; Jn 18,12-14. 19-24).
COMENTARIO
En estas horas turbias y oscuras van a condenar a muerte al Señor. Quieren matarle, y han amañado el juicio. Lo de menos es si aquel hombre es o no inocente; ellos sólo reparan en que Jesús va contra sus intereses. Y aunque la Ley prohibía juzgar de noche, y sin oir la defensa del reo, no se detienen ante nada: convocan el Sanedrín. No les importa la verdad. Por eso, Jesús calla. Y ahora, que lo vemos frente a sus acusadores, llenos de envidia y de odio, nos conmueve todavía más ese silencio del Señor ante la acusación injusta. Nosotros, que tantas veces buscamos quedar bien, porque la verdad resulta tantas veces incómoda, sentimos el reproche de ese silencio.
ORACIÓN
Señor, el Sanedrín, los "buenos", los representantes de Dios, te condenan. Ayúdame, Señor, a ser siempre comprensivo con los demás; que nunca les juzgue y menos aun les condene. No permitas que se introduzca en mi corazón, el cáncer de la envidia. Que vea a todos con tus mismos ojos, y sepa corresponder a tantas maravillas de amor.
CUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES NEGADO POR PEDRO
Pedro habla confesado que Jesús era el Mesías, y el Señor le había respondido: "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Pero Jesús ahora necesita ayuda, y Pedro flaquea: niega a su maestro, no una sino tres veces.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 26,69-75
Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el atrio; se le acercó una sirvienta y le dijo: Tú también estabas con Jesús el Galileo. Pero él lo negó delante de todos, diciendo: No sé, de qué hablas. Al salir al portal le vio otra vez y dijo a los que había allí: Este estaba con Jesús el Nazareno. De nuevo lo negó con juramento: No conozco a ese hombre. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Desde luego tú también eres de ellos, pues tu habla lo manifiesta. Entonces comenzó a imprecar y a jurar: No conozco a ese hombre. Y al momento cantó el gallo. Y Pedro se acordó de las palabras que Jesús habla dicho: Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces". Y, saliendo afuera, lloró amargamente. (cf Mc 14, 66-72; Lc 22, 56-62; Jn 18, 15-18. 25- 27).
COMENTARIO
Pedro había estado con Jesús desde el principio, desde ese encuentro junto al mar de Galilea, que habla cambiado su vida. Y lo quería de verdad. Era un hombre sencillo y apasionado; entonces, ¿por qué niega a su maestro?
Pedro, el impulsivo, el que sabe sacar la espada en un momento delicado, no sabe medir sus palabras, y alardea de que nunca le abandonará: "aunque todos te nieguen, yo no lo haré". Pedro confía más en si mismo que en el Señor, se apoya en sus propias fuerzas, y cuando fallan, se desmorona. Ha entrado en juego la soberbia, se ha fiado más de si mismo que de la palabra de Jesús. Por eso, cuando llega la hora de la verdad, se deja llevar por el miedo a quedar mal ante los demás, por los respetos humanos, y surge la cobardía, el miedo, y la traición.
ORACIÓN
Señor, yo también, como Pedro, te niego en tantas ocasiones... en lo importante y en lo más cotidiano. Cuando las cosas se hacen más cuesta arriba, me olvido de las promesas, de esos momentos en que te he dicho que no te abandonarla. Y porque conozco mi debilidad, te pido, Señor, ser humilde en mis palabras y en mis acciones: que me fie de Ti más que de mí.
QUINTA ESTACIÓN
JESÚS ES JUZGADO POR PILATO
Los judíos han condenado a muerte a Jesús, pero tienen que ratificar la condena ante los romanos. Por eso, a pesar de ver en ellos unos usurpadores, recurren a Pilato, el procurador romano, que ha de dar el consentimiento.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 18,36-38.19,14-16.
Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos. Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey? Jesús contestó: Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? (...) Era la Paresceve de la Pascua, hacia la hora sexta, y dijo a los judíos: He ahí a vuestro Rey. Pero ellos gritaron: Fuera, fuera, crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy a crucificar? Los pontífices respondieron: No tenemos más rey que el César. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
(cf Mt 2 7, 11-25; Mc 1 5, 1- 1 4; Lc 23, 1-6).
COMENTARIO
Pilato ve que le han entregado a Jesús por envidia, por rencillas religiosas; se da cuenta de que no ha hecho niel a nadie..., pero no hace nada por salvarle, porque eso le comprometerla. Es la actitud de tantos, que por no darse un mal rato tratan de pactar con el error, con el pecado.
Y para tranquilizar la propia conciencia, pregunta al Señor: ¿qué es la verdad? se lo pregunta a Jesús, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Pero, aunque hace la pregunta, no le interesa la respuesta y antes de que le pueda decir nada, se marcha, no quiere escucharlo. Tiene miedo a agotar la verdad, a que la verdad le exija más de lo que él quiere dar. Tiene miedo a perder su posición, y da una sentencia contraria a lo que piensa, lavándose las manos ante su propia injusticia.
ORACIÓN
Señor, en ocasiones vemos claro lo que tenemos que hacer, pero nos preocupan tanto los juicios humanos, que nos volvemos atrás. Que sólo nos preocupe, Señor, acomodarnos a lo que Tú quieras. Enséñanos a amar apasionadamente la verdad, venga de donde venga, porque la verdad siempre nos remite a Tí.
SEXTA ESTACIÓN
JESÚS ES AZOTADO Y CORONADO DE
ESPINAS
Pilato quiere congraciarse con los judíos y entrega a Jesús a los soldados para que lo azoten. Para estos romanos es un buen motivo de entretenimiento. Y, al que llaman "el rey de los judíos", le colocan una corona de espinas.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 27,26-30
Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado.
Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron, le pusieron una túnica roja y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; se arrodillaban ante él y se burlaban diciendo: Salve, Rey de los Judíos.
Le escupían, le quitaron la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar. (Mc 15,16-19; Lc 23,25, Jn 19,1- 3).
COMENTARIO
Pilato busca contentar a los judíos, y entrega a Jesús a sus soldados, que lo desnudan y lo atan a una columna. Comienzan los azotes sin asomo de piedad: uno tras otro descargan sus golpes hasta quedar exhaustos. Se producen desgarrones, sufridos en un silencio que no sirve para conmoverlos.
A la tortura terrible de los latigazos, se unen los ultrajes, llenos de frivolidad, de unos inconscientes. El Señor, Rey de cielos y tierra, se ve escarnecido con una corona de espinas, con un manto de púrpura. Y así es presentado por Pilato: "Aquí lo tenéis, éste es el hombre". Nos lo presenta como deshecho de los hombres, y vemos en Él a nuestro Dueño, a nuestro Señor. Porque es el Hijo de Dios que va a reinar en un Reino sin ocaso.
ORACIÓN
Señor, te vemos llagado y lleno de heridas. Nosotros, que tanto cuidamos nuestro cuerpo, quedamos conmovidos de tu entrega sin límites. Cada latigazo nos recuerda nuestra sensualidad, cada silencio ante las espinas, nuestros pensamientos innobles y egoístas. Enséñanos a vivir con humildad y pureza de corazón, con generosidad y desprendimiento; y a respetar nuestro cuerpo que es morada del Espíritu Santo.
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Los romanos emplearon como pena de muerte la
crucifixión. El reo de muerte debía llevar el madero, instrumento de suplicio, hasta el lugar previsto: fuera de la ciudad, para mostrar más claramente que era un indeseable.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 19,16-17
Entonces Pilato se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús; y él, con la cruz a cuestas, salió hacia el lagar llamado de la Calavera que en hebreo se dice Gólgota. (cf Mt 27,31; Mc 15,22).
COMENTARIO
Jesús toma la cruz. La abraza. Y le pesa. Le abre las heridas de sus hombros llagados. Es cruz redentora. ¡Qué duro se hacen los pasos por la Via Dolorosa! En torno a Él se forma un cortejo de curiosos y de gente sin escrúpulos que aprueba la injusticia. Pero, a pesar de su debilidad, avanza sudoroso y sediento, con una sed de amor.
Nosotros, ahora, no podemos permanecer impasibles ante el Señor que carga con todas nuestras debilidades. Porque la cruz, que era signo de oprobio, va a ser instrumento de nuestra salvación. Y al contemplar a Jesús sentimos en nuestro interior, una vez más, su invitación constante: "Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz de cada día y sígame".
ORACIÓN
Señor ¿y yo? ¿Tomo mi cruz, la mía, la de cada día, la que tanto me cuesta y tanto me santifica? Que no le tenga miedo a la cruz, a esa cruz del dolor, de la enfermedad, de las incomprensiones, de las derrotas. Que sepa ver en ella la voluntad de Dios; porque la cruz, llevada con gallardía es santificante, es redentora. Enséñame, Señor, a amar la cruz, a abrazarme a ella.
OCTAVA ESTACIÓN
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A
LLEVAR LA CRUZ
A Jesús le fallan las fuerzas. Pero los soldados quieren que llegue hasta el lagar de la ejecución. Y obligan a un hombre, Simón de Cirene, que viene de su trabajo, a llevar durante un trecho la cruz del Señor.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23,26
Cuando le llevaban echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. (cf Mt 27, 32-33; Mc 15, 21).
COMENTARIO
A veces nos encontramos con la cruz sin buscarla. Simón de Cirene tampoco contaba pensaba encontrarse con el Señor. Habla realizado, como todos los días, su trabajo en el campo, y volvía a casa para el merecido descanso. Sin embargo, los planes de Dios, son distintos y se le exige un esfuerzo añadido.
Jesús sale a buscamos cuando menos lo esperamos, y nos pide que le ayudemos a llevar tantas cargos... La redención no es una empresa que hizo el Hijo de Dios, y como tal ya está olvidada. El Señor nos pide que seamos corredentores, que seamos sus hombros en nuestro camino por la vida. Y eso, a pesar de que nuestros planes sean muy distintos. Hemos de saber "cambiar nuestros planes" ante cualquier insinuación del Señor, como Simón.
ORACIÓN
Señor, estás fatigado y nos pides ayuda: has querido necesitar de nuestro apoyo. Enséñanos a tener la humildad de pedir ayuda cuando lo necesitemos. Enséñanos también a ser los cireneos de los demás, sin humillarlos. Haz, Señor que sepamos descubrir tu rostro amabilísimo en los que sufren, en los más necesitados, en los marginados, y que sepamos ser su apoyo y su consuelo.
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Jesús carga con la cruz y crece en torno a Él la expectación y la curiosidad: hay gente de todo tipo y condición, entre ellos algunas mujeres, que se lamentan al ver la injusticia que se está cometiendo contra aquel inocente.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23,27-31
Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que lloraban y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque he aquí que vienen días en que se dirá: dichosas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: caed sobre nosotras; y a los collados: sepultadnos; porque si en el leño verde hacen esto, ¿qué se hará en el seco?
COMENTARIO
Muchas veces vemos pasar a nuestro lado el dolor: en algunas ocasiones lo padecemos en nuestra propia carne; en otras, quizá no menos dolorosas, lo sentimos a nuestro alrededor: claro y rotundo. El misterio del dolor. Pero no nos engañemos; no valen los lamentos estériles, ni siquiera la "resignación cristiana", sino volver la mirada hacia Jesús, que quiso cargar con el peso de todos nuestros pecados.
Es el momento de contemplar a Jesús doliente, que nos invita a purificar ese lamento. A derramar, más bien, las lágrimas por nuestros pecados y por los ajenos. Nos invita al verdadero consuelo: perdonar a los enemigos, desagraviar por tantas faltas de amor, dar esa ayuda eficaz para que el pecador se arrepienta y vuelva los ojos a Dios.
ORACIÓN
Señor, enséñanos a acoger el dolor como un don que nos acerque a Ti. Porque Tú lo has asumido y le has dado un valor redentor. Que no nos rebelemos cuando las cosas no salen según nuestros deseos. Que te encontremos en las dificultades y en los dolores, propios y ajenos. Enséñanos, Señor, a tener un corazón a la medida del tuyo, que nos lleve a compadecernos de los que sufren y a tratar de consolarlos y ayudarles en sus necesidades.
DÉCIMA ESTACIÓN
LA CRUCIFIXIÓN DEL
SEÑOR
Jesús llega al Calvario y allí le despojan de sus
vestiduras. Así, desnudo, para mayor vergüenza, lo clavan en la cruz.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 15,22-27
Y lo llevaron al lagar del Gólgota, que significa lugar de la Calavera. Y le daban a beber vino con mirra, pero él no aceptó.
Y le crucificaron y repartieron sus ropas, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando lo crucificaron. Y el titulo de la causa tenla esta inscripción: El Rey de los Judíos.. También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda. (cf Mt 27,34 39; Lc 23,33-38; Jn 19,18- 22).
COMENTARIO
Esta es la respuesta del hombre a la condescendencia de Dios, que se abaja hasta nosotros: desgarrones al quitarle sus vestidos, martillazos que clavan sus manos al madero, una lanzada que rompe su corazón entregado por nosotros. Al dolor se junta, la indiferencia, la ingratitud...
La cruz, signo de oprobio, de fracaso, de negación, va a convertirse en signo de redención, de triunfo. Las palabras de Jesús adquieren ahora su pleno cumplimiento: "Cuando fuera excitado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí".
El Hijo de Dios nos está invitando a poner la cruz, su cruz, la cruz santificante, santificadora, en la entraña de nuestro ser y nuestro obrar. Porque desde que Cristo subió a la cruz, lo que era patíbulo de bandidos se ha transformado en camino de salvación, en signo de victoria, en trono real.
ORACIÓN
Señor, te han taladrado las manos y los pies. Te has entregado hasta el final, con el desprendimiento más radical. Te has quedado sin nada; sólo con la cruz. Que aprenda, Señor, de la desnudez de la cruz. Que sepa prescindir de tanto superfluo como hay en mi vida: dinero, comodidad, deseo de poder, que tantas veces me lleva a la insatisfacción, a la tristeza. Que te ame, Señor, sin guardarme nada para mí.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS PROMETE SU REINO AL
LADRÓN ARREPENTIDO
A la derecha e izquierda de Jesús han crucificado a dos malhechores. Y mientras uno lo insulta, el otro reconoce sus errores y se da cuenta de la grandeza del que va a morir junto a él.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23,39-43
Uno de los ladrones crucificados le injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro le reprendía: ¿Ni siquiera tú que estás en el mismo suplicio, temes a Dios? Nosotros, en verdad, estamos merecidamente, pues recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste, no hizo mal alguno. Y dacia: Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino. Y le respondió: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
(cf Mt 27,44; Mc 15,32b).
COMENTARIO
Allí está Jesús, cosido al madero, contado entre los malhechores. Estas dos vidas, que también se están apagando junto a El, son el ejemplo de tantas existencias apartadas de Dios; apartadas incluso de los hombres, porque están ancladas en el egoísmo, en la desesperanza, en la falta de ideales nobles.
A pesar de las propias limitaciones y errores, no podemos tener una visión pesimista y oscura de la propia vida. La misericordia y la gracia de Dios son más grandes que nuestros fallos. La promesa de Cristo al buen ladrón es una invitación a luchar por amor hasta el último instante. No podemos tener miedo a acogernos al perdón de Dios. No nos ha de preocupar perder alguna escaramuza, lo importante es luchar por ganar la última batalla.
ORACIÓN
Señor, nos vemos pecadores, y nos avergüenza no haber estado, no estar, a la altura de las circunstancias. Que no permanezcamos indiferentes o desesperados ante nuestros errores. Enséñanos a reaccionar, a luchar para salir del pecado, y ayudar también a los demás a salir de él. Que sepamos, Señor, estar muy pegados a Ti; y que te "robemos" el cielo, como hizo el ladrón arrepentido.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS COLGADO EN LA CRUZ, SU MADRE Y EL DISCÍPULO
La profecía del anciano Simeón se cumple ahora en María: la Madre de Jesús está en el Calvario, al pie de la cruz, contemplando la agonía de su Hijo. Junto a ella Juan, el discípulo amado. Y algunas santas mujeres.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 19,25-27.
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después, dice al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.
COMENTARIO
La Santísima Virgen ha querido asociarse a la obra de nuestra salvación. Unida especialmente a su Hijo, su corazón de madre se ve traspasado por un dolor hecho de entrega. Ella, que dijo al ángel: "hágase en mí según tu palabra", vuelve ahora a renovar esa entrega total, absoluta a los planes de Dios.
Contempla Jesús a su Madre y se cruza entre ellos una mirada de ternura, de amor sin tasa. No ha querido reservarse nada y nos la entrega. María es ya madre de todos los creyentes, porque ha creído contra toda esperanza que se cumplirían las promesas de Dios. Y el Señor nos invita también a nosotros, como a Juan, a acogerla en nuestro interior, a tener plena confianza en ella, a poner en sus manos nuestras preocupaciones y alegrías, para que las presente al Padre.
ORACIÓN
Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, tú, que estuviste asociada más íntimamente que nadie al misterio del sufrimiento redentor de Cristo, enséñanos a permanecer unidos a Él y a Ti como hizo Juan, el discípulo amado. Ayúdanos para que cuando la cruz aparezca en nuestra vida, también nosotros nos unamos al sacrificio redentor de su Hijo.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Son las tres de la tarde. El sufrimiento llega hasta el
límite. Pero antes de morir, Jesús perdona a sus verdugos, y en actitud profunda de oración y de obediencia, entrega su vida al Padre. Se ha consumado la redención.
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 15,33-37.
Y al llegar la hora sexta, toda la tierra se cubrió de tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona exclamó Jesús con fuerte voz: Eloí, Eloí, ¿lamá sabacthaní? que significa: Dios mio, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Y algunos de los que estaban cerca, al oírlo decían: Mirad, llama a Elías. Uno corrió a empapar una esponja con vinagre y, sujetándola a una
caña, le daba de beber, mientras dacia: Dejad, veamos si viene Ellas a bajarlo. Pero Jesús, dando una gran voz, expiró". (cf Mt 27,50-56; Lc 23,44-49; Jn 19,28- 30).
COMENTARIO
Colgado del madero, sólo y abandonado de todos, Jesús quiere abrazar a todo hombre. A cada uno de nosotros. Se ha inmolado hasta el sacrificio supremo. Quiere apurar el cáliz hasta la última gota y hace aprenda de su vida al Padre.
Todo queda consumado. Las tinieblas y la oscuridad llenan la tierra porque el hombre no ha querido reconocer la luz verdadera. Jesucristo ha traspasado la barrera de la muerte, se ha dejado arropar por ella. También en esto nos da ejemplo: no teme a la muerte, porque la muerte no es el final, porque la muerte es el paso que nos lleva a la vida verdadera, a la vida eterna que Dios ha preparado para sus hijos. ¡Jesucristo con su muerte y resurrección nos ha concedido la herencia eterna; somos ya hijos de Dios!
ORACIÓN
Señor, has bebido el cáliz de la pasión hasta el final. Tú dijiste que "no hay mayor amor que el de dar la vida por los amigos". Has dado tu vida por amor. Haz que yo aprenda a entregar mi vida a Ti y a los hermanos que me necesiten.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES COLOCADO EN EL
SEPULCRO
Nicodemo y José de Arimatea, discípulos ocultos de
Jesús, piden su cuerpo a Pilato para darle sepultura. Lo desclavan piadosamente, lo envuelven en un sudario y lo colocan en un sepulcro nuevo que está en un huerto cercano.
DEL EVENGELIO SEGÚN SAN MARCOS 15,42-47.
Y llegada ya la tarde, puesto que era la Parasceve, que es el día anterior al sábado, vino José de Arimatea, miembro ilustre del Consejo, que también él esperaba el Reino de Dios y, con audacia, llegó hasta Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto y, llamando al centurión, le preguntó si efectivamente habla muerto. Cerciorado por el centurión, entregó el cuerpo a José. Entonces éste, habiendo comprado una sábana, lo bajó y lo envolvió en ella, lo depositó en un sepulcro que estaba excavado en una roca e hizo arrimar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban donde era colocado. (cf Mt 27,57-66; Lc 23,50-56; Jn 19,38- 42).
COMENTARIO
José de Arimatea y Nicodemo son ahora, en los momentos más difíciles, cuando todos huyen, los que dan la cara. Se preocupan del cuerpo del maestro, ofreciéndole lo único que pueden: un lagar para su reposo. El que nació sin nada, yace ahora en un sepulcro que no es
suyo. Se ha despojado de todo, de su propia vida, para que nosotros vivamos la Vida de los hijos de Dios.
Es tiempo de espera. Es la hora del silencio, de descubrir que nuestro lugar definitivo no es la tierra, sino que estamos hechos para el cielo. Y sentimos la esperanza de que Cristo resucitará, de que todo es posible si damos cauce a nuestro amor. Porque todo no acaba en la cruz. El Señor ha vencido a la muerte. Va a resucitar glorioso y triunfa para siempre en el cielo, a la derecha del Padre.
ORACIÓN
Señor, la piedra fría del sepulcro recibe tu cuerpo. Es como un eco de nuestras frialdades. ¡Tú, Señor, has muerto por nosotros, y no nos podemos quedar parados, sin hacer nada! Haznos descubrir, Señor, que hay mucho que cambiar en nuestra vida; que es hora de tomar decisiones, de empeñarnos en ser como Tú quieres, respondiendo a lo que nos pides. ¡Nunca es demasiado tarde!
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma
Simbolismo de la Ceniza.-
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.
CUARESMA, CAMINO HACIA LA PASCUA
Invitación a la penitencia
1. Nos encontramos hoy en el primer
día de Cuaresma, Miércoles de Ceniza. En esta jornada, al comenzar el de cuarenta días de preparación a la Pascua, la Iglesia nos impone la ceniza sobre la cabeza y nos invita a la penitencia. La
palabra penitencia se repite en muchas páginas de la Sagrada Escritura, resuena en la boca de tantos profetas y, en fin, de modo particularmente elocuente, en la boca del mismo Jesucristo:
«Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt. 3,2). Se puede decir que Cristo introdujo la tradición del ayuno de cuarenta días en el año litúrgico de la Iglesia, porque Él mismo
«ayunó cuarenta días y cuarenta noches» (Mt 4,2), antes de comenzar a enseñar. Con este ayuno cuadragesimal, la Iglesia, en cierto sentido, esta llamada cada año a seguir a su Maestro y Señor si
quiere predicar eficazmente su Evangelio. El primer día de Cuaresma –precisamente hoy– debe testimoniar de modo especial que la Iglesia acepta esta llamada de Cristo y que desea cumplirla.
Convertirse a Dios
2. La penitencia en sentido evangélico significa sobre todo conversión. Bajo este aspecto es muy significativo el pasaje del Evangelio del Miércoles de Ceniza. Jesús habla del cumplimiento de los actos de penitencia conocidos y practicados por sus contemporáneos, por el pueblo de la Antigua Alianza. Pero al mismo tiempo somete a crítica el modo puramente externo del cumplimiento de estos actos: limosna, ayuno, oración, porque ese modo es contrario a la finalidad propia de los mismos actos. El fin de los actos de penitencia es un más profundo acercarse a Dios mismo para poderse encontrar con Él en lo íntimo de la entidad humana, en el secreto del corazón.
«Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas... para ser alabados de los hombres... ; No sepa tu izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre que ve lo oculto te premiará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas..., para ser vistos de los hombres..., sino... entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.
Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas..., (sino)... úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt. 6,2).
Por lo tanto, el significado primero y principal de la penitencia es interior, espiritual. El esfuerzo principal de la penitencia consiste en entrar en sí mismo, en lo más profundo de la propia entidad, entrar en esa dimensión de la propia humanidad en la que, en cierto sentido, Dios nos espera. El hombre exterior debe ceder –diría– en cada uno de nosotros al hombre interior y, en cierto sentido, dejarle el puesto. En la vida corriente el hombre no vive bastante interiormente. Jesucristo indica claramente que también los actos de devoción y de penitencia (como el ayuno, la limosna, la oración) que por su finalidad religiosa son principalmente interiores, pueden ceder al exteriorizan corriente, y, por lo tanto, pueden ser falsificados. En cambio, la penitencia, como conversión a Dios, exige sobre todo que el hombre rechace las apariencias, sepa liberarse de la falsedad y encontrarse en toda su verdad interior. Hasta una mirada rápida, breve, en el fulgor divino de la verdad interior del hombre, es ya un éxito. Pero es necesario consolidar hábilmente este éxito mediante un trabajo sistemático sobre sí mismo. Tal trabajo se llama ascesis (así lo llamaban ya los griegos de los tiempos de los orígenes del cristianismo). Ascesis quiere decir esfuerzo interior para no dejarse llevar y empujar por las diversas corrientes exteriores, para permanecer así siempre ellos mismos y conservar la dignidad de la propia humanidad.
Pero el Señor Jesús nos llama a hacer aún algo más. Cuando dice «entra en tu cámara y cierra la puerta», indica un esfuerzo ascético del espíritu humano que no debe terminar en el hombre mismo. Ese cerrarse es, al mismo tiempo, la apertura más profunda del corazón humano. Es indispensable para encontrarse con el Padre, y por esto debe realizarse. «Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Aquí se trata de recobrar la sencillez de pensamiento, voluntad y corazón, que es indispensable para encontrarse con Dios en el propio yo interior. ¡Y Dios espera esto para acercarse al hombre interiormente recogido y, a la vez, abierto a su palabra y a su amor! Dios desea comunicarse al alma así dispuesta. Desea darle la verdad y el amor que tienen en Él la verdadera fuente.
Liberación espiritual
3. Así, pues, la corriente principal de la Cuaresma debe correr a través del hombre interior, a través de corazones y conciencias. En esto consiste el esfuerzo esencial de la penitencia. En este esfuerzo, la voluntad humana de convertirse a Dios es investida por la gracia proveniente de conversión y, al mismo tiempo, de perdón y liberación espiritual. La penitencia no es sólo un esfuerzo, una carga, sino también una alegría. A veces es una gran alegría del espíritu humano, alegría que otros manantiales no pueden dar.
Parece que el hombre contemporáneo haya perdido, en cierta medida, el sabor de esta alegría. Ha perdido además el sentido profundo de aquel esfuerzo espiritual que permite volver a encontrarse a sí mismo en toda la verdad de la intimidad propia. A esto contribuyen muchas causas y circunstancias que es difícil analizar en los limites de este discurso. Nuestra civilización –sobre todo en Occidente–, estrechamente vinculada con el desarrollo de la ciencia y de la técnica, entrevé la necesidad del esfuerzo intelectual y físico; pero ha perdido notablemente el sentido del esfuerzo del espíritu, cuyo fruto es el hombre visto en sus dimensiones interiores.
En fin, el hombre que vive en las corrientes de esta civilización pierde muy frecuentemente la propia dimensión; pierde el sentido interior de la propia humanidad. A este hombre le resulta extraño tanto el esfuerzo que conduce al fruto hace poco mencionado como la alegría que proviene de él: la alegría grande del descubrimiento y del encuentro, la alegría de la conversión (metanoia), la alegría de la penitencia.
La liturgia austera del Miércoles de Ceniza y, después, todo el período de la Cuaresma es –como preparación a la Pascua– una llamada sistemática a esta alegría: a la alegría que fructifica por el esfuerzo del descubrimiento de sí mismo con paciencia: «Con vuestra paciencia compraréis (la salvación) de vuestras almas» (Lc. 21,19).Que nadie tenga miedo de emprender este esfuerzo.
Ciudad del Vaticano, 7 de febrero de 1979