¿Qué es el Santo Rosario?
Son un conjunto de oraciones cristianas que nos permite meditar, cada uno de los misterios de Cristo.
Y meditando nos unimos con nuestros sentimientos y nuestras suplicas a Cristo y a María.
Es un profundizar en las convicciones de la fe, es suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo.
La meditación de estos misterios nos conduce a la contemplación.
En el Catecismo de la Iglesia Católica podemos encontrar que:
”Esta forma de reflexión orante es de gran valor, pero la oración cristiana debe ir más lejos: hacia el conocimiento del amor del Señor Jesús, a la
unión con Él".
"El rezo del Santo Rosario, con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de
Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación".
Hasta ahora se ha considerado como la mejor definición del Rosario, la que dio el Sumo Pontífice San Pío V en su "Bula" de 1569: "El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en repetir el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratar de ir meditando en la Vida de Nuestro Señor Jesucristo.
La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a Ella una hermosa rosa y que cada Rosario completo le hace una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, y así el Rosario es la rosa de todas las devociones, y por ello la más importante de todas.
El Rosario está compuesto de dos elementos: La Oración Mental y la Oración Verbal.
Oración mental no es la meditación de los principales Misterios o Hechos de la Vida, Muerte y Gloria de Jesucristo y de su Santísima Madre María.
Oración Verbal consiste en recitar quince decenas (Que es el Rosario completo) o cinco decenas del Ave María, cada decena es encabezada por un Padre Nuestro, mientras meditamos sobre los
misterios del Rosario.
La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: cuando Nuestra Señora se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara como un arma poderosa para la
conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles y milagrosos resultados.
Entre las varias formas y modos de honrar a la Madre de Dios, optando por las que son mejores en sí mismas y más agradables a Ella, es el rezo del Santo Rosario la que ocupa el lugar prominente.
Vale la pena recordar que entre las variadas apariciones de la Santísima Virgen, siempre Ella ha insistido en el Rezo del Rosario. Es así como, por el 13 de Mayo de 1917 en un pueblo de Portugal
llamado Cova de Iría, la Santísima Virgen insiste con vehemencia el rezo del Rosario a los tres pastorcitos, en una de sus muchas apariciones a estos tres videntes.
El Santo Rosario es un Sacramental, contiene los principales misterios de nuestra religión Católica, que nutre y sostiene la fe, eleva la mente hasta las verdades divinamente reveladas, nos
invita a conquistar la eterna patria, acrecienta la piedad de los fieles, promueve las virtudes y las robustece.
El Rosario es alto en Dignidad y Eficacia, podría decirse que es la oración más fácil para los sencillos y humildes de corazón, es la oración más
especial que dirigimos a nuestra Madre Santísima para que interceda por nosotros ante el trono de Dios.
El pueblo Latinoamericano es profundamente Mariano, reconoce con gran sabiduría popular católica, que Llegamos a Jesús nuestro Salvador a través de María Santísima su Madre y desde los mismos
tiempos del descubrimiento y de la conquista de América, se generó una gran devoción por la Virgen María; en Ella, nuestros pueblos siempre han mirado el rostro maternal de quien nos trajo la
salvación y con la primera manifestación explicita de la Reina del Cielo en tierra americana, con rostro y figura de mujer mestiza, en México, se acrecentó aun mayor el amor y la devoción a ella
en todos los países hispanoparlantes, reconociéndola como nuestra propia Madre, Llena de amor, de misericordia y de piedad para con sus hijos. Sentimiento que va en relación directa con el origen
mismo de la Maternidad Divina: María es Madre de Dios Redentor es también verdaderamente la Madre de todos los miembros de Cristo, porque Ella colaboro con su amor a que nacieran en la Iglesia,
los creyentes, miembros de aquella cabeza que es Cristo.
Pese a las costumbres modernas, y las innovaciones de formas de orar, no se puede dejar a un lado el rezo del Santa Rosario. Los Santos Padres, algunos Papas como Juan Pablo II y los Santos han
tenido una profunda devoción a este sacramental, nosotros como católicos y como amantes de Nuestra Madre y Reina del Cielo tenemos que ser fervientes devotos del Rosario.
La familia que reza unida permanece unida, Que la recitación piadosa y consciente del Santo Rosario nos traiga la paz al alma y nos una más estrechamente a María, para vivir auténticamente nuestro cristianismo.
En el año de la eucaristía y en el año del Santo Rosario
El 16 de octubre de 2002, el Santo Padre Juan Pablo II sorprendió a toda la Iglesia, proclamando el Año del Santo Rosario, culminando el Gran Jubileo en el año 2000, con una corona mariana, como
el mismo lo dijo en la carta apostólica, y también para exhortarnos a contemplar el rostro de Cristo en unión con la Santísima Virgen y en la escuela de su Corazón. (RVM, n.1)
“con el rosario, el pueblo cristiano se sienta en la escuela de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de
su amor”.
Junto con la proclamación del año del Rosario, el Santo Padre nos dio una carta apostólica sobre el Santo Rosario, e incorporó los misterios luminosos, para hacer que de ésta forma tan
privilegiada de contemplación, fuese aún más, un completo “compendio del evangelio”. ¡Los misterios de luz! Porque ellos revelan la luminosa presencia salvífica de la Palabra hecha carne entre
nosotros. Como no culminarían estos misterios con la institución de la Eucaristía?
Es un sacramental poderoso para nuestro crecimiento espiritual y encuentro con Dios, es una herramienta muy eficaz contra satanás.
EN ESTE AÑO DE LA FE BENEDICTO XVI
“Invito a todos a orar por los trabajos del sínodo de los Obispos, que en los próximos días reflexionará sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
También recordó a los dos nuevos doctores de la Iglesia que nombró al inicio de la misa; San Juan de Ávila y Santa Hildegarda de
Bingen.
“Que sus figuras y obras sigan siendo faros luminosos y seguros en el anuncio del Reino de Dios y nos ayuden a todos a crecer cada día en la auténtica vida de fe”.
“Querría proponeros valorizar la oración del Rosario para el próximo Año de la Fe. Para que con el Rosario, nos dejamos guiar de María, modelo de fe, en la meditación de los misterios de Cristo”.
Para este Año de la Fe, que comenzó el 11 de octubre del 2012 que coincide con los 50 años de aniversario
del inicio del Concilio Vaticano II . Y que terminaría el 24 de Noviembre del 2013.
Benedicto XVI pidió que se rezara el Santo Rosario, encomendando a María Santísima este año de la Fe.
Audiencia General de Juan Pablo II
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Durante el reciente viaje a Polonia, me dirigí a la Virgen María con estas palabras: "Madre santísima, (...) obtén también para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado. En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a ti encomiendo el destino de la Iglesia; (...) en ti confío y te declaro una vez más: Totus tuus, Maria! Totus tuus! Amén" (Homilía en el santuario de Kalwaria Zebrzydowska, 19 de agosto de 2002, n. 5: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 23 de agosto de 2002, p. 10). Repito hoy estas palabras, dando gracias a Dios por los veinticuatro años de mi servicio a la Iglesia en la sede de Pedro. En este particular día, pongo de nuevo en manos de la Madre de Dios la vida de la Iglesia así como la vida, tan agitada, de la humanidad. A ella le encomiendo también mi futuro. Lo pongo todo en sus manos, a fin de que con amor de madre lo presente a su Hijo, "para alabanza de su gloria" (Ef 1, 12).
2. El centro de nuestra fe es Cristo, Redentor del hombre. María no lo eclipsa, ni eclipsa su obra salvífica. La Virgen, elevada al cielo en cuerpo y alma, la primera que gustó los frutos de la pasión y la resurrección de su Hijo, es quien nos conduce del modo más seguro a Cristo, el fin último de nuestro obrar y de toda nuestra existencia. Por eso, al dirigir a la Iglesia entera, en la carta apostólica Novo millennio ineunte, la exhortación de Cristo a "remar mar adentro", añadí que "en este camino nos acompaña la santísima Virgen, a la que (...) junto con muchos obispos (...) consagré el tercer milenio" (n. 58). E, invitando a los creyentes a contemplar sin cesar el rostro de Cristo, expresé mi vivo deseo de que María, su Madre, sea para todos maestra de esa contemplación.
3. Hoy quiero renovar ese deseo con mayor claridad mediante dos gestos simbólicos. Dentro de poco firmaré la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae. Además, juntamente con este documento, dedicado a la oración del Rosario, proclamo el año que va desde octubre de 2002 hasta octubre de 2003 "Año del Rosario". Lo hago no sólo porque este año es el vigésimo quinto de mi pontificado, sino también porque se celebra el 120° aniversario de la encíclica Supremi apostolatus officio, con la que, el 1 de septiembre de 1883, mi venerado predecesor el Papa León XIII comenzó la publicación de una serie de documentos dedicados precisamente al Rosario. Hay, asimismo, otra razón: en la historia de los grandes jubileos existía la buena costumbre de que, después del Año jubilar dedicado a Cristo y a la obra de la Redención, se convocaba uno en honor de María, para implorar de ella la ayuda con el fin de hacer que fructificaran las gracias recibidas.
4. Para la exigente, pero extraordinariamente rica, tarea de contemplar el rostro de Cristo juntamente con María, ¿hay un instrumento mejor que la oración del Rosario? Con todo, debemos redescubrir la profundidad mística que entraña esta oración sencilla, tan querida para la tradición popular. En efecto, esta plegaria mariana en su estructura es sobre todo meditación de los misterios de la vida y de la obra de Cristo. Al repetir la invocación del "Ave María", podemos profundizar en los acontecimientos esenciales de la misión del Hijo de Dios en la tierra, que nos han transmitido el Evangelio y la Tradición. Para que esa síntesis del Evangelio sea más completa y ofrezca mayor inspiración, en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae he propuesto añadir otros cinco misterios a los actualmente contemplados en el Rosario, y los he llamado "misterios de la luz". Comprenden la vida publica del Salvador, desde el bautismo en el Jordán hasta el inicio de la Pasión. Esta sugerencia tiene como finalidad ampliar el horizonte del Rosario, para que quien lo reza con devoción y no mecánicamente pueda penetrar aún más a fondo en el contenido de la buena nueva y conformar cada vez más su vida a la de Cristo.
5. Os doy las gracias a vosotros, aquí presentes, y a los que en este singular día están unidos espiritualmente a mí. Gracias por la benevolencia, y especialmente por la seguridad del apoyo constante de la oración. Encomiendo este documento sobre el santo Rosario a los pastores y a los fieles de todo el mundo. El Año del santo Rosario, que viviremos juntos, ciertamente producirá buenos frutos en el corazón de todos, renovará e intensificará la acción de la gracia del gran jubileo del año 2000 y se transformará en fuente de paz para el mundo.
María, Reina del Santo Rosario, que está aquí representada en la hermosa imagen venerada en Pompeya, lleve a los hijos de la Iglesia a la plenitud de la unión con Cristo en su gloria.
Miércoles 16 de octubre de 2002
S.S. Juan Pablo
II
Misterios del Rosario
Misterios Gozosos (lunes y sábado)
1. La encarnación del Hijo de Dios.
2. La visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel.
3. El nacimiento del Hijo de Dios.
4. La Presentación del Señor Jesús en el templo.
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.
Misterios Dolorosos (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní.
2. La Flagelación del Señor.
3. La Coronación de espinas.
4. El Camino del Monte Calvario cargando la Cruz.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Señor.
2. La Ascensión del Señor.
3. La Venida del Espíritu Santo.
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
5. La Coronación de la Santísima Virgen.
Misterios Luminosos (jueves)
1. El Bautismo en el Jordán.
2. La autorrevelación en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
Palabras de S.S. Juan Pablo II sobre el Rezo del Rosario
"El Rosario es mi oración preferida. Oración maravillosa en su sencillez y en su profundidad. En esta oración repetimos muchas veces las palabras que la Virgen María escuchó de boca del ángel y de su prima Isabel. A estas palabras se asocia toda la Iglesia.
Se puede decir que el Rosario es, en cierto modo, una oración-comentario del último capítulo de la Constitución "Lumen Gentium" del Vaticano II, capítulo que trata de la admirable presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Sobre el fondo de las palabras "Dios te salve, María", pasan ante los ojos del que las reza los principales episodios de la vida de Cristo, con sus misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, que nos hacen entrar en comunión con Cristo, podríamos decir, a través del corazón de su Madre.
Nuestro corazón puede encerrar en estas decenas del Rosario todos los hechos que componen la vida de cada individuo, de cada familia, de cada nación, de la Iglesia y de la humanidad: los acontecimientos personales y los del prójimo y, de modo particular, de los que más queremos. Así, la sencilla oración del Rosario late al ritmo de la vida humana".
S.S. Juan Pablo II
Como surgió el rezo del Santo Rosario
El rezo del Santo Rosario surge aproximadamente en el año 800 a la sombra de los monasterios, como Salterio de los laicos. Dado que los monjes rezaban los salmos (150), a los laicos, los cuales en su mayoría no sabían leer, se les enseñó a rezar 150 Padres nuestros. Al pasar el tiempo, se formaron otros tres salterios con 150 Aves Marías, 150 alabanzas en honor de Jesús y 150 alabanzas en honor de María.
En el año 1365 se hizo una combinación de los cuatro salterios, dividiendo las 150 Aves Marías en 15 decenas y poniendo un Padre nuestro al inicio de cada una de ellas. En 1500 se estableció, para cada decena, la meditación de un hecho de la vida de Jesús o María, y así surgió el actual Rosario de quince misterios.
La palabra Rosario significa 'Corona de Rosas'. La Virgen María ha revelado a muchas personas que cada vez que rezan un Ave María le entregan una
rosa y por cada Rosario completo le entregan una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, así que el Rosario es la rosa de todas las devociones y por lo tanto es la más importante.
El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque junto con el esta aunada la majestuosa historia de nuestra salvación. Con el rosario de hecho, meditamos los misterios de gozo, de dolor y de gloria de Jesús y María. Es una oración simple, humilde como María. Es una oración que podemos hacer con ella, la Madre de Dios. Con el Ave María la invitamos a que rece por nosotros. La Virgen siempre nos otorga lo que pedimos. Ella une su oración a la nuestra. Por lo tanto, ésta es más poderosa, porque María recibe lo que ella pide, Jesús nunca dice no a lo que su madre le pide. En cada una de sus apariciones, nos invita a rezar el Rosario como una arma poderosa en contra del maligno, para traernos la verdadera paz.
El Rosario esta compuesto de dos elementos: oración mental y oración verbal.
En el Santo Rosario la oración mental no es otra cosa que la meditación sobre los principales misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su Santísima Madre.
La oración verbal consiste en recitar quince decenas (Rosario completo) o cinco decenas del Ave María, cada decena encabezada por un Padre Nuestro, mientras meditamos sobre los misterios del Rosario.
La Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en el año 1214 de una forma milagrosa: cuando la Virgen se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles y milagrosos resultados.
Oraciones del Rosario
La Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen, padeció bajo el
poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
El Padre Nuestro
Padre Nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Ave María
Dios te salve, María. Llena
eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en
la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora,
abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Luego de cada decena puede recitarse la siguiente oración como lo indicara la Santísima Virgen María en Fátima:
"Oh mi Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas de tu misericordia".
Como rezar el Rosario
Para recitar el Rosario con verdadero provecho se debe estar en estado de gracia o por lo menos tener la firme resolución de renunciar al pecado mortal.
1. Mientras se sostiene el Crucifijo hacer la Señal de la Cruz y luego recitar el Credo.
2. En la primera cuenta grande recitar un Padre Nuestro.
3. En cada una de las tres siguientes cuentas pequeñas recitar un Ave María.
4. Recitar un Gloria antes de la siguiente cuenta grande.
5. Anunciar el primer Misterio del Rosario de ese día y recitar un Padre Nuestro en la siguiente cuenta grande.
6. En cada una de las diez siguientes cuentas pequeñas (una decena) recitar un Ave María mientras se reflexiona en el misterio.
7. Recitar un Gloria luego de las diez Ave Marías. También se puede rezar la oración de Fátima.
8. Cada una de las siguientes decenas es recitada de la misma manera: anunciando el correspondiente misterio, recitando un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria mientras se medita en el misterio.
9. Cuando se ha concluído el quinto misterio el Rosario suele terminarse con el rezo del Salve Reina.
Meditaciones
(Lunes y Sábado)
I. ORACIÓN INICIAL
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
II. MISTERIOS GOZOSOS
El que dirige el rezo:
Hoy contemplaremos los misterios gozosos. Ellos se caracterizan por el gozo que produce el acontecimiento de la encarnación. Meditar los misterios "gozosos" significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo. Significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el preanuncio del misterio del dolor salvífico. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 20).
El que dirige el
rezo:
En el primer misterio gozoso se contempla la Anunciación.
"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre, llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando donde ella estaba dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús"... Dijo María: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra"". (Lc 1, 26-28.31-38)
El que dirige el rezo:
Oh Dios, autor de la salvación, que enviaste a tu ángel Gabriel a Santa María para hacerla Madre del Redentor; aviva en nuestra mente la firme convicción de ser tus hijos y de querer vivir siempre en comunión con el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo
Ofrecemos este misterio por la paz del mundo:
Para que los gobernantes de las naciones, responsables de promover el bien común y la concordia entre las naciones, establezcan entre los pueblos relaciones de justicia, de reconciliación y de paz.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el
rezo:
En el segundo misterio gozoso se contempla la Visitación de Nuestra Señora.
"En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María...quedó llena del Espíritu Santo". (Lc 1, 39-41)
El que dirige el rezo:
Oh Señor, sabiduría y fuerza de los profetas, que inspiraste a la Madre del Verbo encarnado visitar a su distante y anciana prima,
para que tu Hijo, que ella llevaba en su seno, santificase a Juan, el más grande profeta; concédenos obtener las gracias y las virtudes por la presencia operante de la Madre de la Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por nuestro Arzobispo el Cardenal Juan Luis, y por todos los sacerdotes de nuestra
Arquidiócesis:
Para que vivan su sacerdocio como servicio incansable y donación sin límites a Cristo y a la Iglesia.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el
rezo:
En el tercer misterio gozoso se contempla el nacimiento de Jesús.
"José y María salieron de Nazaret hacia Belén y, "mientras ellos estaban allí se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre"". (Lc 2, 6-7)
El que dirige el rezo:
Oh Señor del cielo y de la tierra, que te complaciste en poner en movimiento a las estrellas del cielo y encaminar a
los humildes y doctos hacia la fría cueva en donde María dio a luz a tu Hijo divino; concédenos unirnos en la humildad y el amor a la vida del Verbo encarnado.
Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por todas nuestras familias:
Para que por medio del rezo constante del santo rosario, nuestros hogares vivan cimentados en el amor y en la paz de Cristo.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el cuarto misterio gozoso se contempla la purificación de la Virgen.
"Cuando, según la ley de Moisés, se cumplieron los días de la purificación, subieron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está prescrito en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor"". (Lc 2, 22-23)
El que dirige el rezo:
Oh Dios, libertador del pueblo elegido, que acogiste en el templo a tu Hijo divino con su Madre Virgen; concédenos por
intercesión de la misma Madre de Dios ser presentados a ti en el Paraíso.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por los enfermos:
Para que el Señor Jesús y nuestra Madre Santa María, salud de los enfermos, los visiten con su amor misericordioso y les den la salud deseada.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el quinto misterio gozoso se contempla el Niño perdido y hallado en el templo.
"El niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres...Al cabo de tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles". (Lc 2, 43-46)
El que dirige el rezo:
Oh Padre del cielo, que consentiste que tu Hijo divino se entretuviera contigo, entre los doctores del templo, no
obstante las grandes angustias de sus padres por el temor de haberlo perdido; haznos perseverantes en la oración para conseguir los frutos de la redención.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por el Año del Rosario que estamos viviendo:
Para que Santa María nos eduque a contemplar el rostro de Jesús, su Hijo y así nuestra mirada no se aparte jamás de Él.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
III. CONCLUSIÓN.
El que dirige el rezo:
Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...
(También se pueden rezar las Letanías).
El que dirige el rezo:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén
(Martes y Viernes)
I. ORACIÓN INICIAL
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos
que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
II. MISTERIOS DOLOROSOS
El que dirige el rezo:
Hoy contemplaremos los misterios dolorosos. El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación. Los misterios dolorosos llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 22).
El que dirige el rezo:
En el primer misterio doloroso se contempla la oración en el huerto de los Olivos.
"Salió (del cenáculo) y, como de costumbre, fue hacia el monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Y se apartó de ellos...y puesto de rodillas oraba diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya"...Y sumido en angustia, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como de gotas espesas de sangre que caían en tierra". (Lc 22, 39-44)
El que dirige el rezo:
Oh Dios, omnipotente y misericordioso, que en el huerto de los Olivos abandonaste a tu Hijo a una amarguísima agonía para expiación de los pecados de los hombres; convierte a ti, suma bondad, nuestras frágiles voluntades para que detestando el pecado, nos convirtamos a la santidad y a la justicia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por los pobres y por todos los que sufren:
Para que el Señor los auxilie en sus necesidades, aprendan a descubrir la dimensión reconciliadora del dolor y encuentren en todos los miembros de la Iglesia un testimonio de amor
solidario.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el segundo misterio doloroso se contempla la flagelación del Señor.
"Díceles Pilato: "¿Y qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?" Y todos a una: "¡Sea crucificado!"...Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado". (Mt 27, 22; Mc 15, 15)
El que dirige el rezo:
Dios de infinita bondad y de eterna justicia, que toleraste la pena dolorosa de la flagelación de tu divino Hijo para que su sangre lavase las miserias de los hombres; imprime en nosotros sentimientos de vivo dolor por nuestros pecados y confirma el sincero propósito de repararlo generosa y sinceramente.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por el Santo Padre, el Papa Juan Pablo II:
Para que el Señor que lo ha elegido como sucesor de San Pedro, lo cuide y ayude en todo momento, a fin de que sea para la Iglesia principio y fundamento visible de la unidad de la fe y de la
comunión en la caridad.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el tercer misterio doloroso se contempla la coronación de espinas.
"Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio, y llamaron a toda la cohorte. Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a saludarle: "¡Salve, Rey de los judíos!". (Mc 15, 16-18)
El que dirige el rezo:
Sabiduría eterna de Dios, que no ahorraste a tu divino Hijo, nuestro Salvador, el tormento de la corona de espinas para que expiase especialmente los pecados de impureza y de orgullo del hombre; sálvanos de las tinieblas del mal.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por las familias:
Para que las relación de los padres con sus hijos y de los esposos entre sí estén vivificadas por el amor, la comunicación y el respeto.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el cuarto misterio doloroso se contempla a Jesús con la cruz a cuestas.
"Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí, le crucificaron" (Jn 19, 16-18)
El que dirige el rezo:
Oh Dios, que manifestaste tu amor en la admirable redención del hombre y que de la penosa subida al Calvario de tu
divino Hijo sacaste plena satisfacción por las culpas de la humanidad entera; convierte a los pecadores al verdadero camino, para que vuelvan a recorrerlo, aceptando de buen grado el peso de la
cruz y las humillaciones debidas por sus pecados.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por todos los pueblos de la tierra:
Para que iluminados por la sabiduría del Espíritu, reconozcan al Señor Jesús como el Hijo amado que el Padre ha enviado para salvación de todos.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el quinto misterio doloroso se contempla la muerte de Jesús en la cruz.
"Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo".
Luego dice al discípulo: "ahí tienes a tu madre"...(después) la oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora de nona...y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en tus manos pongo mi
espíritu" y, dicho esto, expiró". (Jn 19, 26-27; Lc 23, 44-46)
El que dirige el rezo:
Imploramos, Oh Señor, tu misericordia infinita, por la muerte en la cruz de tu amado Hijo, obediencia suprema a tu
designio divino; para que sea dignamente honrada tu justicia y los hombres puedan entrar a gozar de tu presencia en la casa paterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por el aumento de nuestro amor filial a Santa María:
Para que amándola como el Señor Jesús la ama, María nos configure más plenamente con su divino Hijo.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
III. CONCLUSIÓN.
El que dirige el rezo:
Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...
(También se pueden rezar las Letanías).
El que dirige el rezo:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
(Miércoles y Domingo)
I. ORACIÓN INICIAL
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos
que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
II. MISTERIOS GLORIOSOS
El que dirige el rezo:
Hoy contemplaremos los misterios gloriosos. La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo, en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (ver 1 Cor 15,14), y revive el gozo de María, quien experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 23).
El que dirige el rezo:
En el primer misterio glorioso contemplamos la Resurrección del Señor.
"Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: "No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron"". (Mc 16, 5-6)
El que dirige el rezo:
Padre de inmensa gloria, por la fe viva y operante en la resurrección de tu divino Hijo, haznos vencedores del mal y
del infierno.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por la Paz del mundo:
Para que los gobernantes de las naciones acojan el pedido del Papa Juan Pablo II, de forjar una paz con justicia y con perdón, para que de esta manera cesen los odios, los deseos de venganza y el
ansia de la destrucción.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el segundo misterio glorioso se contempla la Ascensión del Señor a los cielos.
"Jesús se acercó a ellos y les habló así: "Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándoles en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo..." Después...alzando sus manos los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo, en donde está sentado a la derecha del Padre". (Mt 28, 18-19; Lc 24, 50-51)
El que dirige el rezo:
Dios, omnipotente y eterno, que glorificaste la humanidad gloriosa de tu divino Hijo con la triunfante ascensión al
cielo; mantén despierta en nosotros la esperanza de las realidades espirituales y haznos partícipes en la tierra de los sentimientos del corazón materno de Santa María.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por el Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, por su santidad de vida, salud e intenciones;
Para que el Señor Jesús lo sostenga en todo momento con su amor.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el tercer misterio glorioso se contempla la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles.
"Llegado el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar...Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que dividiéndose se posaron sobre cada uno de ellos; y quedaron todos llenos del Espíritu Santo". (Hch 2, 1.3-4)
El que dirige el rezo:
¡Oh Padre!, que en unión de tu divino Hijo enviaste al Espíritu Santo a Santa María, la madre de Jesús, y a los apóstoles, reunidos con ella en el cenáculo; une a toda la humanidad en Cristo, nuestro Redentor, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por las familias cristianas:
Para que sean testigos del Evangelio y fomenten la vocación cristiana de sus hijos.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el cuarto misterio glorioso se contempla la asunción de Santa María al cielo.
"La Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, concluida su vida terrena fue ascendida en cuerpo y espíritu a la gloria celestial" (Definición dogmática de Pío XII)
El que dirige el rezo:
Oh Dios, felicidad eterna de los bienaventurados, que con la asunción al cielo en cuerpo, mente y espíritu de la Madre
de tu Hijo divino manifestaste el triunfo de la reconciliación del hombre; por la intercesión de la misma Virgen María, haznos santos, como tú nos quieres.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por las vocaciones al sacerdocio :
Para que el Señor nos conceda, muchas y buenas vocaciones, a fin de que la grey cristiana, guiada por santos y sabios sacerdotes, pueda llegar segura a los pastos abundantes de la eterna
felicidad.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el quinto misterio glorioso se contempla la coronación de Santa María.
"Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce
estrellas sobre su cabeza". (Ap 12, 1)
El que dirige el rezo:
Oh Trinidad gloriosa y eterna, fin último de la persona humana y de todo el universo creado, que revelas tu gloria de manera singular en la exaltación de la Madre de tu divino Hijo, como Madre de la Iglesia triunfante, purgante y militante; haznos ahora, en la tierra, hijos devotos de la Iglesia, para poder gozar para siempre de la infinita misericordia de tu redención.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por los que sufren:
Para que unidos con amor y esperanza a la Cruz del Señor Jesús, experimenten el amor del Padre, la presencia confortadora del Espíritu Santo, y la caridad de sus hermanos cristianos.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
III. CONCLUSIÓN.
El que dirige el rezo:
Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...
(También se pueden rezar las Letanías).
El que dirige el rezo:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
(Jueves)
I. ORACIÓN INICIAL
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la Virgen María,
imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
II. MISTERIOS LUMINOSOS
El que dirige el rezo:
Hoy contemplaremos los nuevos misterios de la luz. Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la persona misma del Señor Jesús. Si bien todo el misterio de Cristo es Luz, ya que Él es la Luz del mundo, esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando el Señor anuncia el Evangelio del Reino. (Ver "El Rosario de la Virgen María", N° 21).
El que dirige el rezo:
En el primer misterio luminoso se contempla el Bautismo de Jesús en el Jordán.
"Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi preferido"". (Mc 1, 9-11)
El que dirige el rezo:
Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo se manifestó en la realidad de nuestra carne; concédenos poder transformarnos
interiormente a imagen de aquel que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por los jóvenes:
Para que siguiendo el ejemplo de entrega generosa de Santa María, tengan el valor de seguir el llamado del Señor en sus vidas y den todas sus energías para construir un Perú más justo y
reconciliado donde se viva sin temor el espíritu de las Bienaventuranzas del Reino.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el segundo misterio luminoso se contempla la auto revelación de Jesús en las Bodas de Caná.
"Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino". Jesús le contestó: "Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Aún no ha llegado mi hora". Su Madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que Él diga". Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él". (Jn 2, 3-5.11)
El que dirige el rezo:
Señor, Padre Santo, que, por admirable designio, quisiste que la Virgen santa interviniese en los misterios de nuestra
salvación; concédenos te rogamos, que dóciles a las palabras de la misma Madre de Cristo, hagamos todo lo que tu Hijo enseñó y ordenó en su Evangelio.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por las familias cristianas:
Para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad; donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, y el amor mutuo; donde
se defienda y promueva la vida.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el tercer misterio luminoso se contempla el anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
"Después que Juan fue encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, a predicar la buena noticia del Reino de Dios. Decía: "El tiempo ha llegado y el reino de Dios ya está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio"". (Mc 1,14-15)
El que dirige el rezo:
Señor Dios nuestro, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos diste el modelo del discípulo que fielmente guarda las palabras de vida; te rogamos que abras nuestros corazones para escuchar las
palabras de la salvación, y así, por el poder del Espíritu Santo, resuenen a diario en nosotros y produzcan abundantes frutos de conversión y santidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por el Perú:
Para que Nuestra Señora de la Evangelización, Madre y protectora de nuestro pueblo, al que ha acompañado a través de su historia como su Maestra en la fe, interceda por nosotros y nos ayude a construir en nuestra patria, la ansiada civilización del amor.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el cuarto misterio luminoso se contempla la Transfiguración
"Y sucedió que, mientras Jesús estaba orando, cambió el aspecto de su rostro, y su ropa se volvió de una blancura resplandeciente...De la nube salió una voz, que dijo: "Éste es mi Hijo amado, mi elegido. Escuchadle a Él"". (Lc 9, 29.35)
El que dirige el rezo:
Oh Dios, que en la Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos; concédenos, te rogamos que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por los consagrados y consagradas:
Para que viviendo su consagración religiosa, por la fiel observancia de sus reglas y constituciones, vivan con firmeza y constancia la caridad perfecta para con Dios, para con la Iglesia y para
con el prójimo.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
El que dirige el rezo:
En el quinto misterio luminoso se contempla la Institución de la Eucaristía.
"Durante la cena, Jesús tomó pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo. "Tomad y comed, esto es mi cuerpo". Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y lo pasó a sus discípulos, diciendo: "Bebed todos de ella, porque esto es mi sangre"". (Mt 26, 26-27)
El que dirige el rezo:
Oh, Dios, que en la Santa Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
Ofrecemos este misterio por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio:
Para que la vida de los sacerdotes sea una vida santa y para que en nuestra Arquidiócesis de Lima siempre hayan corazones jóvenes que estén dispuestos a seguir el llamado del Señor en el servicio
sacerdotal.
Se reza seguidamente un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Canto.
III. CONCLUSIÓN.
El que dirige el rezo:
Concluimos el rezo del Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre...
(También se pueden rezar las Letanías).
El que dirige el rezo:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
El que dirige el rezo:
En el nombre del Padre, + y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
Las Quince Promesas de la Virgen María a quienes recen el Rosario
1. Aquellos que recen con enorme fé el Rosario recibirán gracias especiales.
2. Prometo mi protección y las gracias mas grandes a aquellos que recen el Rosario.
3. El Rosario es una arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.
4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
5. El alma que se encomiende a mi en el Rosario no perecerá.
6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
9. Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
Las virtudes y los misterios del Rosario
Misterios Gozosos
1- La Anunciación a Nuestra Señora. La humildad
2- La Visitación a Sta. Isabel. La virtud de la Caridad
3- El Nacimiento de Nuestro Señor. El desapego a lo material
4- La Presentación del Niño. El ofrecimiento de nuestro ser al Padre
5- La pérdida en el Templo. El Celo Apostólico
Misterios Dolorosos
1- La Oración en el Huerto. La Opción al sacrificio
2- La Flagelación del Señor. El dominio corporal
3- La Coronación de Espinas. La rectitud mental
4- Jesús cargado con la Cruz. La Paciencia
5- La Muerte de Nuestro Señor. La aceptación de la Voluntad Divina
Misterios Gloriosos
1- La Resurrección de Jesús. La virtud de la Fé
2- La Ascensión del Señor. La virtud de la Esperanza
3- El envió del Espíritu Santo. El Amor Divino
4- El Tránsito de María Santísima. La Buena Muerte
5- La Coronación de Ntra. Señora. La intercesión de Nuestra Madre
Bendiciones del Rosario
1. Los pecadores obtienen el perdón.
2. Las almas sedientas se sacian.
3. Los que están atados ven sus lazos desechos.
4. Los que lloran hallan alegría.
5. Los que son tentados hallan tranquilidad
6. Los pobres son socorridos.
7. Los religiosos son reformados.
8. Los ignorantes son instruídos.
9. Los vivos triunfan sobre la vanidad.
10. Los muertos alcanzan la misericordia por vía de sufragios.
Beneficios del Rosario
1. Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
2. Purifica nuestras almas del pecado.
3. Nos permite vencer a nuestros enemigos.
4. Nos facilita la práctica de las virtudes.
5. Nos abrasa en amor de Jesucristo.
6. Nos consigue de Dios toda clase de gracias.
7. Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres.
Oraciones de Juan Pablo II
Invocación a la Virgen
María, hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre.
María, Virgen Santa, Sierva del Señor, tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina.
María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación, testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor.
María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor.
María, Madre de misericordia, muestra a tus hijos el Corazón de Jesús, que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida.
María, presente en medio de los discípulos, tú haces cercano a nosotros el amor vivificante de tu Hijo resucitado.
María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo, tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación.
Virgen y Madre
Oh Virgen santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.
Virgo fidélis, Virgen fiel,
ruega por nosotros.
Enséñanos a creer como has creído tu.
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia,
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.
Mater amábilis, Madre digna de amor.
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos
como les amaste tú;
haz que nuestro amor a los demás
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.
Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe,
la paradoja de la alegría cristiana,
que nace y florece en el dolor,
en la renuncia,
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría
sea siempre auténtica y plena
para podérsela comunicar a todos!
Amén.
Virgen fiel, poderosa y clemente
Oh Virgen naciente, esperanza y aurora de la salvación para todo el mundo!, vuelve benigna tu mirada maternal hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias.
¡ Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios!, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro preciado transmitido por nuestros padres.
¡Oh Virgen poderosa, que con tu pie aplastas la cabeza de la serpiente tentadora!, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus obras y seducciones, y sepamos dar al mundo un gozoso testimonio de esperanza cristiana.
¡ Oh Virgen clemente, que siempre has abierto tu corazón maternal a las invocaciones de la humanidad, a veces lacerada por el desamor y hasta, desgraciadamente, por el odio y la guerra! enséñanos a crecer, todos juntos, según las enseñanzas de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial. Amén.
San Juan Pablo II, nos da uno de los textos más hermosos sobre el rosario. "Rosarium Virginis Mariae”