SAN LUIS MARÍA GRIGNON DE MONTFORT
Luis María Grignion de Montfort, conocido también como el Padre de Montfort o San Luis María de Montfort (Montfort-sur-Meu, 31 de enero de 1673- Saint-Laurent-sur-Sèvre, 28 de abril de 1716) fue un teólogo, sacerdote misionero y escritor católico francés, canonizado en 1947.
Nombrado misionero apostólico por el papa Clemente XI ejerció su ministerio en las regiones noroccidentales de Francia: en el Poitou (especialmente en la Vendée ) y en Bretaña. Pasó sus primeros años del sacerdocio, cuidando hospitales y pobres, mientras que después del encuentro con el pontífice se dedicó casi exclusivamente a la predicación de las misiones. La actividad misionera le hizo muy popular y querido por los habitantes de esas regiones, en las que, con su apostolado, se extendió aún más el catolicismo, pero recibió fuertes críticas de los protestantes y jansenistas, con el que colisionó con mayor frecuencia.
Fue el autor de varios textos en los que presentó su doctrina espiritual que predicó en las misiones. Su trabajo principal es el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen en la que expone su doctrina mariana: Luis María Grignion de Montfort, de hecho promovió el culto a María, en la forma que él llamó "la verdadera devoción", y la práctica del Rosario.
Fue proclamado santo por el papa Pío XII en 1947 y en 2000, bajo el pontificado de Juan Pablo II, se abrió una causa para proclamarlo Doctor de la Iglesia.
Fundador de la Compañía de María Monfortana y de las Hijas de la Sabiduría. Su pensamiento teológico ha influenciado, entre otros, en el desarrollo de la doctrina mariológica contemporánea.
UN TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL SACERDOCIO
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia, encontrando su delicia tan solo en Dios. San Luis aprendió rápidamente que lo que verdaderamente valía no eran los grandes acontecimientos en este mundo: el dinero, la fama, etc. Sino que el verdadero valor ante Dios estaba en la transformación interior.
Escribe San Luis: "Esta es la forma en que actúan las almas predilectas. Se mantienen dentro de su casa .... o sea, mantienen sus mentes en las verdades espirituales (y no en las de la tierra). Se aplican a la oración mental, siguiendo el ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida era su vida interior y quien amaba tanto la oración mental. Estas almas observan como tantos trabajan y gastan grandes energías e inteligencia para ganar éxitos y
En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a través del Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era favorable, pero cuando su papá vio la determinación de su hijo, le dio su bendición. Y así, a finales de ese año, San Luis sale de su casa hacia París.
EL SEMINARIO
Renunciando a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió caminar los 300 kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se encuentra con dos pobres en distintos momentos. Al primero le da todo el dinero que su padre le había entregado, quedándose con nada. Al segundo, no teniendo ya mas dinero que darle, le entrega su único traje, regalo de su mama, cambiándolo por los trapos del pobre. De esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida desde ese momento en adelante. Ya no se limitará a servir a los pobres, pues es ya uno de ellos. Hace entonces un voto de vivir de limosnas.
En aquella época habían seminariosseparados para ricos y pobres. Cuando llega San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable condición, los superiores lo mandan al seminario de los pobres. Así se privó de la ventajas ofrecidad en el mejor seminario. En el seminario, San Luis fue bibliotecario y velador de muertos, dos oficios que eran poco queridos por los demás. Mas en el plan providente de Dios le proporcionaron opotunidades de mucha gracia y crecimiento.
Por su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre todo, libros de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de ella, los leía y estudiaba con gran celo. Este período llegó a ser para él, la fundación de toda su espiritualidad Mariana.
El ofocio de velar a los muertos fue también de gran provecho. Era su responsabilidad pasar toda la noche junto con algún muerto. Ante la realidad de la muerte que estaba constantemente ante sus ojos, San Luis apredió a despreciar todo lo de este mundo como vano y temporal. Esto lo llevó a atesorar tesoros en el cielo y no en la tierra. El llegó a reconocer que nada se debe esperar de los que es de este mundo más todo de Dios.
Su tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era poco comprendido por los demás. No sabían como lidiar con el, si como un santo o un fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida estaba movida mas bien por el orgullo que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo humillaban y lo insultaban en frente de todos. Sus compañeros en el seminario, viendo la actitud de los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de el, lo rechazaban muy a menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran paciencia y docilidad. Es mas, lo miraba todo como un gran regalo de Cristo quién le había dado a participar de Su Cruz.